domingo, 29 de junio de 2014

La ladrona de libros


Hace unos días, termine de leer un libro, de esos que aun después de acabarlo, sigues saboreandolo y recordando partes de él. Se trata de "La ladrona de libros".

Se trata de una historia triste sobre una niña llamada Liesel Meminger en la alemania de Hitler. La historia esta muy bien contada y trata valores como la amistad, el amor o la valentía de hacer lo que uno quiera, sin importar lo que opinen los demás.

Me gusta cuando Liesel descubre los libros y la atrapan (como me pasa a mi). Muchas historias pueden cambiarte. Los libros te enseñan, te entretienen y dan libertad a tu imaginación para crear escenarios, personajes y sentimientos. En el caso de Liesel, escribir su propia historia le salvó la vida. Leer las que tenia ayudó a otros a olvidar el horror que se estaba viviendo en aquella época.

Pero bueno ,que mejor manera de explicar lo buena que me ha parecido esta lectura, que rescatando algunos fragmentos de ella.

"También hay que tener en cuenta que el primero lo robó a la nieve y el segundo a las llamas, sin olvidar que otros no los robó, sino que se los dieron. En total tenía catorce libros, pero ella sostenía que la mayor parte de su historia estaba en una decena de ellos. De esos diez, robó seis, uno apareció en la mesa de la cocina, un judío escondido escribió dos para ella y el otro le fue entregado por un amable atardecer vestido de amarillo.
Cuando empezó a escribir su historia, se preguntó por el momento exacto en que los libros y las palabras no sólo comenzaron a tener algún significado, sino que lo significaban todo."


"Si hubiera podido ver arrodillada a la ladrona de libros junto a su cuerpo diezmado, habría gritado de alegría y girado sobre sí mismo y sonreído. Le habría encantado contemplarla besándole los polvorientos labios devastados por las bombas.
Sí, lo sé.
En la profunda oscuridad de mi corazón de siniestros latidos, lo sé. Le habría gustado, sin duda.
¿Lo ves?
Hasta la muerte tiene corazón."


—¿Qué hay de ese beso, Saumensch?
Permaneció unos minutos más en el agua, hundido hasta la cintura, antes de salir y tenderle el libro. Los pantalones se le pegaban a las piernas y no dejaba de moverse. En realidad, creo que tenía miedo. Rudy Steiner temía el beso de la ladrona de libros. Debía de haberlo deseado con todas sus fuerzas. Debió de haberla querido con todo su corazón. Tanto, que nunca más volvería a pedírselo y se iría a la tumba sin él.


Luego la nube.
¿Cómo le regalas a alguien un pedazo de cielo? 
A finales de febrero, se detuvo en medio de Münchenstrasse y se quedó mirando una enorme nube que asomaba tras las colinas como un monstruo blanco. Escaló las montañas. El sol quedó eclipsado y, en su lugar, una bestia blanca de corazón gris vigiló la ciudad.
—Mira eso —le señaló a su padre.
Hans ladeó la cabeza y dijo lo que creía que había que decir.
—Deberías dársela a Max, Liesel. Mira a ver si puedes dejársela en la mesita de noche junto a las otras cosas.
Liesel lo miró como si se hubiera vuelto loco.
—Pero ¿cómo?
Hans le golpeó suavemente en la cabeza con los nudillos.
—Memorízala y luego la describes.
—... Era como una gran bestia blanca —le contó en la siguiente vigilia, junto a la cama— y apareció por detrás de las montañas.
Cuando la frase quedó acabada tras varios ajustes y añadiduras, Liesel consideró que lo había conseguido. Imaginó la nube pasando de su mano a la de Max, a través de las sábanas, y lo escribió en un trozo de papel sobre el que colocó la piedra. 


Anhelaba volver a la inconsciencia de entonces, a sentir tanto amor sin saberlo y a confundirlo con las risas y el pan untado con poco más que el aroma de la mermelada.
Fue la mejor época de su vida.
Aunque quedaría sembrada de bombas.
No lo olvides. 


"Créeme, el mundo es una fábrica. El sol lo remueve, los humanos lo gobiernan y yo soy la que persevera. Me los llevo."-La Muerte.

"Lo que uno cuenta y lo que sucede de verdad no suele coincidir...."-Liesel. 

Las bombas caían cada vez más cerca, supongo que es justo afirmar que nadie era capaz de servir al Führer tan fielmente como yo.


He odiado las palabras y las he amado, y espero haber estado a su altura




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